martes, 30 de agosto de 2011

¡Mi viejo querido!

Sabes, hice un pacto con Dios, no de sangre precisamente...
le pedí que yo debería partir primero, para no asistir a tu final.


¡Mi viejo querido!, parece que no me hice entender,
puesto que has sido tu, él que se ha marchado,
él que se ha ido, para nunca regresar.
¡Mi viejo querido! me ahogo en mi tristeza,
al recordar tus palabras sabias, tu mirada,
llena de esperanza urgando en los corazones desesperados.


Este cielo, el olor de la llanura, la finca,
los árboles que trepabas para quitarle la maleza,
los caballos en que cabalgabas,
los perros que aún levantan sus orejas como si
escucharan tu llamado...
están desolados sin tu presencia.


¡Mi viejo querido! tengo miedo, soy cobarde,
no tengo ni la fuerza ni la nobleza que me enseñaste,
no soy el hombre, no fui el hijo que esperabas.

No aprendí de tí, de tus virtudes, y esfuerzos.
no comprendí cuando en vida, me aconsejabas
aunque tratabas de no juzgarme.


Ahora es demasiado tarde...
me has dejado solo, mientras me miro al espejo,
para descubrir ¡mi viejo querido!
                                       que ahora el viejo soy yo.






P.A.T

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