viernes, 11 de febrero de 2011

un momento de felicidad.wmv



Les comparto este video el cual realice junto a otros compañeros de trabajo, como comunicadora social, en el que brindamos un poco de amor y ayuda a un grupo de habitantes de la calle...lo titulamos un momento de felicidad por lo que significo ese momento y experiencia para quienes han sido olvidados por la sociedad.


¿QUIENES SON?:

Cuando un niño pasa fumando un “cacho”, mientras sonríe y baila por la calle, arrastrando sus enormes chanclas con las puntas arrancadas, la camisa ancha larga, unos jeans desgastados y sucios. No sé sabe si reír por sus fachas y dísparates que habla, o sentir lástima de ver sus ojos entrecerrados que miran sin ver el camino que anda. Por la inocencia que ya no embarga su vida, que quedo borrada en las cicatrices que se alcanzan a mirar en sus manos y rostro, de los golpes y cortes de navaja que le han dejado las peleas con otros como él.

Así era Carlitos el loco del barrio, “el pelado vacan”, pero arruinado en todo su ser, el de los mandados. Dormía en una carretilla en la esquina al pie de la puerta de la tienda de doña Ana, y que un día no despertó a los vecinos con su singular silbido. Cuando algunos pasaron a su lado, al ver que ya era de día y él seguía durmiendo, trataron de despertarlo, pero el charco de sangre alrededor de la carretilla les advirtió que algo malo pasaba.

Habían degollado de un solo paso al pobre muchacho, quizá dormido todavía. Su rostro se veía tranquilo. Ese día la comunidad sintió tristeza, se preguntaban por la vida del chico, lamentaban su desgracia, y sobre todo el no haber conocido ¿quién era realmente?, ¿de dónde había venido?

Así pasa con muchas de estas personas a quienes algunos llaman plaga o simples mendigos... se juzgan por su manera de vivir, sin pensar el porqué terminan en ese camino.

Por diversas circunstancias, a veces de una vida (o destino) injusto. terminan cayendo en ese abismo del que ninguno estamos exentos de caer. Ese abismo de las drogas, que convierte la necesidad de borrar un sentimiento de dolor o soledad, en la más terrible de las adicciones. Llegando a ser lo único que brinda felicidad, ya sea porque transporta, por que hace que se olvide la realidad y la verdad de las cosas.

Pero hay para quienes esta ventana de escape se vuelve algo sin regreso, algo con lo que finalmente ya no pueden dejar de vivir. Sus vidas terminan sumidas en la mendicidad, no importa que no tengan un techo, o donde dormir, las calles y el asfalto se convierten en su lecho. Su mundo se convierte en fantasías, en sueños efímeros. Que no entienden quienes a veces indiferentes no los determinan.

Para ellos una limosna, una sobra de un alimento que otros tiran “por alguna razón”, es suficiente para ser felices, para tener lo necesario. Siempre que puedan tener con que comprar esa droga que les cura el alma, así su estomago, sus pulmones y neuronas se calcinen. Para ellos la vida es vivir el día a día, las preocupaciones dejaron de importar y las calles son su propiedad.


P.A.T

1 comentario:

  1. Mientras la gente pasaba alrededor mirandolos, cómo si hubieran aparecido seres invisibles, ellos sonreían, porque por primera vez el basuco, el sacol, o la marihuana no fueron su prioridad. Porque habia quienes los miraban a los ojos, les brindaban ropa, comida, y hasta se sentaron a su lado, en una mesa, como quizá algun día lo hicieron; en familia...

    Por primera vez en mucho tiempo, sintieron felicidad.

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